Suspiros Involuntarios


Mis suspiros involuntarios son mucho más que simples exhalaciones; son suaves melodías del alma que susurran lo más profundo de mis emociones y revelan el eco de mi conexión con YHVH, el Dador de la vida. En cada suspiro, por más pequeño o inconsciente que sea, habita el aliento de vida que Dios sopló en mí desde el principio, escribiendo Su presencia viva en todo mi ser.


No puedo dejar de asombrarme ante los milagros diarios, por más insignificantes que parezcan, porque es en esos detalles donde encuentro el amor de Dios. 


Al abrir mi corazón a Jesús, experimento una pasión renovada, un fuego que se aviva con cada suspiro para mostrarme que cada inhalación es un regalo y una afirmación de que sigo aquí por la gracia que no merezco.


Sin embargo, hay un enemigo que busca envenenar ese aliento divino, llega con estrés y ansiedad en el caos de la vida diaria e intenta intoxicar mi mente y mis pulmones para robar la maravilla de lo sagrado, y confieso que le he abierto la puerta sin darme cuenta por que trata de aletargar mis momentos de adoración, en actos automáticos sin sentido, con vanas repeticiones para desgastar mi fe y pixelar mi propósito, mintiéndome e intentando volverme insensible a la voz de Dios, como si el Espíritu Santo ya no pudiera susurrarme en medio del ruido del mundo.


Pero cuando despierto a la realidad del amor de Dios y busco el rostro real de mi Señor, y veo como me defiende y cierra la puerta, derribo el letargo y el estupor, para que cada suspiro se convierta en un acto consciente. En cada célula de mi ADN, está escrito el nombre de Dios, con la firma eterna que me recuerda Su amor infinito.


Él me ha creado de manera única, con un destino trazado por Su mano, lleno de significado y gracia, entonces soy un reflejo vivo de Su amor eterno, y por eso mis suspiros se vuelven una oración silenciosa, como caricias suaves del viento. 


Cada exhalación es una expresión de alivio, de anhelo y de adoración, reconociendo que cada respiración me acerca más a la comunión con el Espíritu Santo, para encontrar los motivos que me llevan a agradecerle al Señor refugiada en Sus brazos, donde puedo llamarlo mi ABBA Padre.


Subraya en tu Biblia:

Génesis 2:7, Job 33:4, Juan 3:8, Romanos 8:15-26, Salmos 104:29-34.


¡Dato fascinante! 

En hebreo y griego, las palabras para "espíritu" y "aliento" son las mismas, lo que muestra una conexión directa entre el Espíritu de Dios y el aliento vital. La palabra hebrea "ruaj" (רוח) y la griega "pneuma" (πνεῦμα) pueden referirse tanto al viento, el aliento, como al Espíritu Santo.


Escuchar la voz de Dios con un corazón enamorado nos sumerge y nos cautiva, porque Su palabra es la luz que guía nuestros pasos y un canto nuevo que renueva nuestra fe, convirtiéndonos en amantes de Su gran amor en cada área de nuestras vidas. 


AUTOR: DIATHY EN ÉL CAMINO