¿Alguna vez has pensado en lo que realmente consumes a lo largo del día? No estoy hablando solo de la comida, sino de todo lo que entra en nuestra mente y corazón, por ejemplo imágenes, videos, música, redes sociales, e incluso pensamientos y conversaciones que pueden impactar positiva o negativamente nuestras decisiones.
En esto debemos pensar: Filipenses 4:8: "Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo es digno de alabanza, en esto pensad."
Pues al ser consciente de las cosas que te llenan, te darás cuenta de la forma en que ves el mundo, tus relaciones y la vida misma. Entonces, si lo que consumes oscurece tu alma, ten cuidado, porque esto puede estar desgastando tu verdadera identidad y ensuciando tus sentidos.
Subraya Romanos 12:2 y encontrarás que la voluntad de Dios es buena, agradable y perfecta. Esto es como renovar tu mente, alineándola con tus valores cristianos. Por esto, es importante desarrollar tu discernimiento en comunión permanente con el Espíritu Santo.
Cuando leas Hebreos 5:13-14, recuerda que "El que solo se alimenta de leche es inexperto en el mensaje de justicia; es como un niño de pecho. En cambio, el alimento sólido es para los adultos, pues han ejercitado la capacidad de distinguir entre el bien y el mal."
Subraya: 1 Corintios 6:12-13 y Juan 16:13.
Confía en Dios y ora antes de tomar decisiones específicas que te lleven al propósito para el cual fuiste diseñado, con los talentos, habilidades y destrezas con los que has sido formado, hazlo desde la capacidad de tener bondad, humildad y determinación en cada paso que des, aun cuando haya tentaciones a tu paso. Recuerda que el Señor Jesús venció al enemigo que quería tentarlo en el desierto. Te invito a leer Mateo 4:2-4 para inspirarte en Su ejemplo.
En la vida, ser consciente de lo que consumes no es solo una cuestión de dieta física, sino de lo que te nutre mental, emocional y espiritualmente, así que, elige sabiamente y busca diariamente la voz de Dios, porque sé que sé, que sé, que la escucharás muy pronto.