
El Verbo Eterno, de la Cruz hasta la Eternidad, Vivo y Victorioso
En La Santa Biblia, el Señor nos habla sobre el único Dios Soberano, Padre, Hijo y Espíritu Santo, como la única fuente de perdón, bondad, amor sabiduría y verdad. Y Así, que las profecías nos hablaran sobre el Cordero de Dios que cargó con nuestra culpa y que su sacrificio fuera el acto de amor más grande de la historia de la humanidad.
Jesús, el Verbo eterno y Dios encarnado, sufrió a causa de nuestros pecados, traicionado, humillado, irreconocible a causa de los golpes, los latigazos y esa horrible crucifixión que traspasó al cordero perfecto.
El Hijo de Dios unigénito, Creador, Alfa y Omega, trajo luz a la oscuridad de esta tierra siempre intercediendo por nosotros con un "¡Padre, perdónalos!", culminando su paso con su sacrificio y su majestuosa resurrección venciendo así al corrupto gobernador de este mundo a quien se le llama satanás el enemigo.
Pues está escrito que la muerte no tuvo poder sobre el Justo y Santo (Romanos 6:9).
Y es Jesús, quien es la Vida misma, quien rompió las cadenas del temor, dándonos nueva vida y la esperanza inquebrantable de que regresará con amor por el rescate de su pueblo, pero también traerá juicio para el que quiso quedarse en el pecado.
Solo su sangre pura y redentora nos libera, reconciliándonos con el Padre que nos espera.
Su trono, eterno y justo, es la Piedra Angular de nuestra fe, en donde hallamos redención con el Amado Espíritu Santo quien enciende su poder en nosotros, guiándonos y enseñándonos, para llenar nuestra vida de paz y eternidad con YHVH.
Con fe, proclamamos a Jesús nuestro Salvador, celebrando Su victoria incomparable.
1 Timoteo 6:15, Apocalipsis 19:16.
Maranatha ("¡El Señor vuelve pronto!").
Apocalipsis 1:7.