Carta a una Novia que se despierta

 A mí Amada Novia,


En el profundo silencio de la madrugada, antes de que tus ojos se abran a la luz, te escribo desde mi eternidad. Tú, mi tesoro en medio del desierto, eres la joya que resplandece en mi corona; 

Mi Iglesia, mi pueblo escogido.


Te amo con un amor eterno (Efesios 5:25; Juan 3:16), un amor que trasciende el tiempo y que florece incluso en los desiertos de tu alma. Eres parte de mi cuerpo glorioso, y pronto llegará el día en que celebraremos nuestra boda celestial.


Amada mía, en cada latido de tu corazón, mi presencia se manifiesta y es tiempo de proclamar el mensaje de salvación y vida eterna. Llegó el tiempo de dejar atrás la indiferencia, para que te revistas con mi armadura (Efesios 6:10-18), reclames tu identidad en Mí y avances hacia el propósito para el cual fuiste llamada (Jeremías 1:5).


Mira cómo el mundo se tambalea en su búsqueda de placeres efímeros, pues ha escogido la sombra del pecado, caminando por senderos que los conducen a la esclavitud infernal.


Cada paso en la oscuridad los aleja de Mí y la creación gime bajo el peso del pecado que se multiplica; la oscuridad que cubre los corazones los lleva a la idolatría, la depravación sexual, el abandono, la tortura, la traición, las guerras, la corrupción, el materialismo, la indiferencia hacia el sufrimiento, las drogas, el egoísmo, la violencia, la rebeldía, la mentira, la crueldad, los asesinatos, el amor al dinero, la confusión, las divisiones, la glotonería, el relativismo moral, el orgullo, la vanidad, la blasfemia, la falta de fe y de perdón, entre miles de otros pecados que han infectado el alma de la humanidad. 


Y las señales están ante sus ojos: los terremotos, las pestilencias, la persecución de mi iglesia, la tierra que se estremece bajo el peso de la iniquidad… 

(Mateo 24:9-14; Apocalipsis 22:12; Mateo 24:7-8).


Oh humanidad, escucha mi voz, porque mi justicia se levanta como un torrente, y mi ira arde contra la maldad que inunda la tierra. ¿No ves el clamor de los inocentes, el lamento de los oprimidos y el llanto de los no nacidos? Mis ojos ven cada acto de injusticia, cada mentira y cada corazón endurecido (Salmo 10). YO SOY el Soberano y no puedo ignorar el pecado que destruye a mi creación y mancha mi nombre (Isaías 5:11-30). El tiempo de la impunidad está llegando a su fin; la balanza de la justicia se inclina y la medida que usaron será la medida para ustedes (Mateo 7:2). 

¡Teman y vuélvanse a Mí! Porque aquellos que persisten en su rebelión se encontrarán con la contundente realidad de mi juicio (Romanos 2:5-11).


Mi misericordia aún está disponible, esto es antes de que el día de mi ira llegue, porque créeme que será un día de oscuridad y desesperación para aquellos que elijan las sombras en lugar de la luz (Sofonías 1:14-18). 


¡Arrepiéntanse y busquen mi rostro, antes de que la puerta de la gracia se cierre! (2 Crónicas 7:14-15). Yo anhelo que vivan en la libertad que solo Yo puedo darles (Juan 8:36). Cuando me busquen con todo su corazón, me hallarán (Jeremías 29:13). Aun si sus pecados son rojos como la grana, como la nieve serán blanqueados (Isaías 1:20). 


En mis manos, serán moldeados y fortalecidos, porque las pruebas y tribulaciones perfeccionarán su fe (1 Pedro 1:6-9; Mateo 24:6-12).


Así que, amada mía, mi Amada Iglesia, escucha mi voz en el Espíritu Santo, pues no quiero que estés desprevenida cuando Yo regrese. Enciende la luz para que Yo pueda verte. 

Te he dado las señales de mi retorno (Mateo 24:32-35), y te he llamado a estar lista (Mateo 25:13), porque Mi regreso será como el de un ladrón en la noche, inesperado para todos los que no han escuchado lo que tú ya sabes (1 Tesalonicenses 5:1-3). 


Sé que has estado deprimida y tienes miedo, pero te recuerdo que el sufrimiento es parte del proceso que te moldea y te prepara para el glorioso propósito que tengo para ti (Mateo 26:38). 

Así que ven, amada mía, deja atrás el desaliento y regresa a mis brazos, confía en Mí, porque yo enjugaré toda lágrima de tus ojos (Apocalipsis 21:4).


Mis amados hijos, Yo los he llamado a guardar su integridad, a estar firmes y preparados, porque la batalla espiritual es real, pero, les repito diariamente que no deben tener miedo, porque Yo les he dado mi armadura: la verdad, la justicia, la fe y la salvación. Vístanse de ellas con humildad, reconociendo que sin Mí no pueden resistir los ataques del enemigo. Sepan de una vez por todas que Satanás tiene estrategias para hacerlos caer, les miente para que sus mentes se dispersen y los hace dudar para que se alejen de Mí. Pero si permanecen en alerta roja, y son firmes, aun cuando estén luchando con las tentaciones o los sufrimientos de este mundo, y dan gracias a Dios sometiendo sus vidas a Mi voluntad, entonces el diablo no tendrá poder sobre ustedes jamás. 


Al orar, aunque enfrenten resistencia en el mundo espiritual, recuerden que mi ayuda llega siempre a tiempo y la oscuridad no podrá prevalecer ante Mi nombre, así que, oren y vivan bajo mi amor y mi autoridad, pues he vencido todo mal y los demonios lo saben.


Cuando mis hijos e hijas actúan con fe, humildad y llenos del Espíritu Santo, entonces la enfermedad huye, los cautivos son liberados y los milagros se ponen en pie, entonces no dejen de confiar en mi protección, porque mi enemigo no tendrá dominio sobre ustedes.


Recuerda mis Promesas en: Deuteronomio 31:6; Hebreos 13:5-6; Salmo 37:25; Isaías 41:10; Mateo 28:20; Juan 14:18-20; Juan 10:27-30; Romanos 8:38-39.


Amada Iglesia, ¿y si no pasa lo que tanto deseas o anhelas? Yo te pregunto:

¿Tú y Yo qué somos? ¿Qué es lo más importante entre nosotros?


En el jardín de Getsemaní, mi alma inocente fue sumida en una profunda angustia, y mi sacrificio en aquella cruz fue la agonía más horrible de la historia humana, en la que experimenté un sufrimiento inimaginable; mi cuerpo desgarrado por completo, los clavos atravesando mis manos y mis pies, y una corona de espinas hiriendo mi cabeza.


Pero el dolor más profundo lo llevé a cuestas con los pecados de la humanidad, mientras me encontraba desnudo, traicionado, humillado y abandonado. Sin embargo, en el beso divino de la gracia y la justicia que fue revelada en la perfecta armonía de mi amor eterno, buscamos redimir y salvar a la humanidad con la más profunda entrega (Romanos 5:8-11). 


Mi muerte rompió las cadenas del pecado, abriendo así el camino hacia una relación eterna con mi Padre (2 Corintios 5) y mi resurrección marcó la victoria definitiva sobre la muerte, restaurando la relación entre mi Padre Dios y la humanidad que cree en Mí.


Yo Soy JESÚS, el Alfa y la Omega, el Principio y el Fin; resucitado en Gloria y en Poder, el León de la Tribu de Judá, el Rey de Reyes, El Camino, la Verdad y la Vida, tu Señor y Salvador y volveré con gran majestad, manifestando mi reino eterno, donde todos me verán y todo será restaurado para siempre.


(Juan 1:1-5, Apocalipsis 22:13; Romanos 6:9; 1 Corintios 15:54-58; Mateo 24:30-31; Apocalipsis 1:7-8; Hechos 1:11; Filipenses 2:10-11; Apocalipsis 21:4)


Recuerda que, mi gracia es suficiente para ti, porque en tu debilidad mi poder se perfecciona 

(2 Corintios 12:9). Yo Soy tu roca y tu refugio eterno (Salmos 18:2). En medio de las pruebas, eres la sal de la tierra y la luz del mundo (Mateo 5:13-16), reflejando mi amor y mi esencia para qué las batallas que enfrentas hoy no sean en vano. 


Yo te aseguro que he ganado la guerra y cuando lo haga frente a tus ojos, te tomaré conmigo, para que donde Yo estoy, tú también estés, así que no temas. Mantente firme.


Apocalipsis 19:7-9: "Alegrémonos y llenémonos de gozo y démosle honor a Él, porque el tiempo ha llegado para la boda del Cordero, y su novia se ha preparado. A ella se le ha concedido vestirse del lino blanco y puro de la más alta calidad. Pues el lino de la más alta calidad representa las buenas acciones del pueblo santo de Dios. Y el ángel me dijo: «Escribe esto: “Benditos son los que están invitados a la cena de la boda del Cordero”». Y añadió: «Estas son palabras verdaderas que provienen de Dios»."


Maranatha. 


Con todo mi amor,

Tu Novio, El Rey y Señor Jesús.


AUTOR: DIATHY EN ÉL CAMINO