Amor Sin Hipocresía: Reflejando el Corazón de Jesús

En este camino hacia el amor verdadero, nos encontramos con un llamado poderoso; ¡amar genuinamente y amar como Dios nos ama! Hablamos del amor Ágape, esa forma de amor incondicional y sacrificial que no espera nada a cambio, es un amor que brilla en su pureza, sin máscaras ni motivos ocultos.

Como dice Romanos 12:9: 
"No finjan amar a los demás; ámenlos de verdad. Aborrezcan lo malo y aférrense a lo bueno."

La Biblia nos enseña que el amor es el fundamento de todo, incluso más importante que los talentos o las grandes obras:

1 Corintios 13:1-7:
"Si pudiera hablar todos los idiomas del mundo y de los ángeles, pero no amara a los demás, yo solo sería un metal ruidoso o un címbalo que resuena. Si tuviera el don de profecía y entendiera todos los planes secretos de Dios y contara con todo el conocimiento, y si tuviera una fe que me hiciera capaz de mover montañas, pero no amara a otros, yo no sería nada. Si diera todo lo que tengo a los pobres y hasta sacrificara mi cuerpo, podría jactarme de eso; pero si no amo a los demás, no habría logrado nada.

El amor es paciente y bondadoso. 
El amor no es celoso ni fanfarrón ni orgulloso, ni ofensivo. 
No exige que las cosas se hagan a su manera. 
No se irrita ni lleva un registro de las ofensas recibidas. 
No se alegra de la injusticia, sino que se alegra cuando la verdad triunfa. 
El amor nunca se da por vencido, 
jamás pierde la fe, 
siempre tiene esperanzas 
y se mantiene firme en toda circunstancia."

Dios nos rescató de una vida vacía con el sacrificio supremo de su Hijo, Jesús y ese precio no fue pagado con oro, ni plata, sino con la Preciosa sangre de Cristo, es un amor incondicional que nos da vida eterna. Este acto de amor verdadero se resume en Juan 3:16: así "Dios amó tanto al mundo que dio a su único Hijo, para que todo el que crea en Él no se pierda, sino que tenga vida eterna."

Yo he experimentado el amor hipócrita, un afecto superficial con motivos ocultos que siembra desconfianza, por eso conozco el contraste y es el amor verdadero que surge de una conexión profunda con Dios, quien es la fuente de todo amor auténtico. Jesús mismo nos enseñó que, así como las ramas dependen de la vid para dar fruto, nosotros necesitamos permanecer unidos a ÉL para que Su amor fluya a través de nosotros (Juan 15:5). Su mandamiento es claro: "ámense unos a otros de la misma manera en que yo los he amado" (Juan 15:12).


Para vivir este amor sin hipocresía, dependemos del Espíritu Santo, quien produce en nosotros un fruto que incluye: alegría, paz, paciencia, gentileza, bondad, fidelidad, humildad y control propio (Gálatas 5:22-23). Esto significa hablar con honestidad y buscar siempre lo mejor para los demás, creciendo en todo sentido para parecernos más a Cristo (Efesios 4:15).

No te preocupes por nada, en lugar de eso, ora por todo y agradece a Dios por lo que ha hecho. Así experimentarás la paz de Dios, una paz que cuida tu corazón y tu mente (Filipenses 4:6-7).

Concéntrate en lo bueno: Piensa en todo lo que es verdadero, honorable, justo, puro, bello y admirable. Estas cosas son dignas de alabanza y te ayudarán a vivir una vida que refleje el amor de Cristo (Filipenses 4:8).
    
Jesús es el ejemplo perfecto de amor. 
Ora para que tu corazón y mente sean puros y para que reflejes Su amor en todo lo que haces.

AUTOR: DIATHY EN ÉL CAMINO